William Adolphe Bouguereau

William Adolphe Bouguereau

Traduce a tu idioma

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documentales Spain cartas de presentación Italian xo Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

domingo, 19 de enero de 2014

YUSUF IBN HARUM AL-RAMADI - EL POETA QUE FUE CONDENADO A NO PRONUNCIAR PALABRA ALGUNA


Yūsuf ibn Hārūn ar-Ramādī o Al-Ramadi (917-1012) fue un poeta hispanoárabe, panegirista de Almanzor y uno de los primeros autores de moaxajas, tras Muqadam de Cabra e Ibn Abd Rabbihi.
YUSUF IBN HARUN AL RAMADI también llamado ABU YENIS, el ceniciento, nació en Córdoba. 
Vivió durante el califato de Alhakén II y en 972, antes de los disturbios originados por la fitna o guerra civil, Ar-Ramadi se había asentado en el la Marca Superior de Zaragoza gobernada por Yahya ibn Muhammad ibn Hasim al Tuyibí, del linaje árabe de los tuyibíes, donde difundió las modas líricas cordobesas. Fue conocido como panegirista de Almanzor y también de su rival, el chambelán (juğğāb) Al-Muṣḥafī. Se le atribuye una vida bohemia, pues a imitación de Abū Nuwās, se complacía en visitar tabernas e incluso conventos.
De familia humilde, aunque perteneciente a la tribu de Kindah, donde florecieron grandes poetas clásicos como Imrū-l-Qays o Al-Mutanabbī, fue muy célebre en el Al-Ándalus del Califato. Enraizado en la tradición de poesía árabe oriental, sus panegíricos dedicados a los tuyibíes de Saraqusta introducían un marco espacial hispano alejado de los estériles desiertos de la poesía beduina. Fue el primer poeta, según transmite Ibn Bassām, en adoptar algunas novedades en la poesía en dialectos andalusíes, como la rima interna en la jarcha de sus moaxajas. También cultivó la poesía modernista al estilo de Abū Nuwās, en poemas que conjugaban el género erótico (ġazal), el floral (waṣf) y el báquico (jamriyyāt). Ejemplo de su sensibilidad en la poesía descriptiva son estos versos que describen un jardín:

El mirto, la azucena, el jazmín lozano y el alhelí tienen gran mérito y con él se enseñorea el jardín.
Pero el mérito de la rosa es aún mayor.
¿Acaso es el mirto otra cosa que aroma que se extingue arrojado al fuego?
La rosa, aun marchita, deja en el agua perfume que perdura tras de ella.
El mal de la azucena es muy común: tras un instante baja a la tumba.

El jazmín es humilde en sus orígenes, pero su aroma es solemne y orgulloso.
El carácter del alhelí está trastornado, es como un ladrón, se despierta tras la oración de la noche.
La rosa es la señora de los jardines, aunque es sierva de la rosa de las mejillas.

Se supone, gracias a las crónicas de la época, que intervino en una conjura de intelectuales contra Al Mansur, y que descubierta y abortada por éste, Al Ramadi fue condenado a que nadie le dirigiese la palabra bajo pena de grandes castigos, por lo que vagaba como un muerto por las calles de Córdoba. Aunque no se sabe bajo qué circunstancias fue perdonando, ya que un tiempo después figuró en el séquito de poetas que acompañaron a Al Mansur en su expedición a Barcelona en el año 986.

Ibn Hazm narró una bellísima historia de amor. Paseando Al Ramadi por la puerta de los Drogueros en Córdoba, lugar de reunión de mujeres, sus ojos se dirigieron hacia una joven enamorándose inmediatamente de ella. La siguió hasta el río, y como ella notase que la asediaba se volvió y preguntó a nuestro poeta el por qué de su actitud, a lo que éste le hablo de su amor; la joven le rechazó dignamente y el poeta le pidió un favor: “Déjame que te mire”, a lo que accedió la joven, diciéndole además que era esclava y de nombre Halúa (Dulzura), pero no consiguió que le dijese el nombre de su amo, quedando citados en el mismo lugar todos los días. Fue la última vez que el poeta vio a su amada. A partir de entonces, se pasaba el día deambulando entre la Puerta de los Drogueros y el Cementerio de los Banú Marwan, en las proximidades del río Guadalquivir. Pero en ninguna parte se pueden encontrar noticias de la mujer que desde entonces inspiraría todos sus versos.
Murió probablemente en el año 1022 aunque otras fuentes citan el 1013.

Fuente:
http://mezquitacordobesa.blogspot.com.es/2014/01/ibn-zaydun-y-al-ramadi.html

sábado, 18 de enero de 2014

ABBÂS IBN FIRNÂS - POETA, ASTRÓLOGO, ALQUIMISTA Y MÚSICO ANDALUSÍ

'Abbâs Ibn Firnâs
Hakim Al-Andalus


        Abû-l-Kâsin 'Abbâs ibn Firnâs ibn Wardâs. Poeta, astrólogo, alquimista y músico. Nació en la Kûra de Tâkwrwnna (Ronda, Cádiz) a comienzos del siglo IX. Murió hacia el año 887.

        Es este uno de los personajes más curiosos y extravagantes de la Andalucía de los primeros años de la revolución islámica. Destacó en tantos y tan variados campos del saber que fue llamado Kakim Al-Andalus (sabio de Al-Andalus). Es, en todo caso, un espectacular exponente del desarrollo cultural que tuvo lugar en nuestras tierras tras la entrada de las ideas orientalizantes portadas por el Islam.

        No se ponen de acuerdo los arabistas sobre el linaje de la familia de nuestro autor. Historiadores de la contrarreforma bereber lo hacen descender de una familia de linaje norteafricano.  Otros, Simonet entre ellos, le suponen de etnia andaluza -de familia cristiana unitaria posteriormente islamizada-. Lo cierto es que 'Abbâs Ibn Firnâs estaba adscrito a la clientela de los omeyas cordobeses.

        Pronto comenzaría a dar muestra de su talento, y ya tenemos noticias de él durante el gobierno del emir Al-Hakam I; pasó después al séquito cortesano de 'Abd al Rahmân II y acompañó, por último, al emir Muhammad I, hasta su muerte, poco después del reinado de éste.


        Hombre de extensa cultura, abarcó casi todas las disciplinas, tanto en el campo de la creación literaria como en el de la investigación científica. Fue muy versado en las letras, cultivando el género del adab que abarcaba los más diversos conocimientos, en el que abundaban las anécdotas históricas, juegos de ingenio, cuentos, etc. Y según Elías Terés, era uno de los hombres de mayor sagacidad y penetración para captar los conceptos sutiles y los secretos de las bella artes (Az-Zubaydî); conocía perfectamente el arte de la música, tocaba el laúd y cantaba acompañándose de él; era filósofo agudo, poeta mufliq, maestro experto en la ciencia de la astrología; practicó la alquimia; tenía gran destreza física y sobresalía en los juegos de prestidigitación más complicados.

        Para el historiador andalusí Ibn Hayyân, que fue quien le llamó Hakim Al-Andalus, fue uno de los sabios más importantes, pues realizó valiosos descubrimientos científicos; asimismo, fue inventor de ciertos aparatos y artilugios que reportaron gran beneficio y provecho a los andaluces. Pero de entre todas las actividades que abarcó a lo largo de su dilatada vida -vivió mas de ochenta años- hubo una que le dominó y a la que le dedicó lo mejor de sí: la poesía, según testimonio del también poeta Az-Zubaydî.

    Otras de las prácticas que atrajeron la atención de Ibn Firnâs fueron la alquimia y la astrología. Debemos aclarar que disciplinas que hoy entendemos tan alejadas entre sí, como pueden ser la poesía y la astrología, no lo estaban en el momento histórico que tratamos; por ello los príncipes gustaban de rodearse en sus cortes de un tropel de poetas-astrólogos, especialmente 'Abd ar-Rahmân II, protector de nuestro personaje. Ibn Firnâs inventó una fórmula para la fabricación del cristal obtenido de elementos minerales, que se puso en práctica en los hornos  de Córdoba, y que revistió una innegable importancia para la industria del vidrio en Al-Andalus. Utilizando sus conocimiento de astrología construyó, valiéndose de una técnica original, un reloj (miqata) que regaló al emir; así mismo, representó en una estancia de su casa una simulación del cielo, en la que aparecían estrellas y nubes; todo ello acompañado de un ruidoso y deslumbrador aparato de truenos y relámpagos.

Si hiciéramos una encuesta por la calle preguntando quién es el precursor de la aeronáutica, estamos seguros de que muchos nos contestarían los hermanos Wright o los hermanos Montgolfier, y que nadie, o casi nadie nombraría a Abbas Ibn Firnas, a pesar de ser el primer hombre en la historia que hizo intentos científicos por volar además de ser el inventor del paracaídas.




        Una de las experiencia que mejor nos revela la compleja personalidad del nuestro personaje, es la que se refiere a su deseo de emular a Dédalo e Icaro en su intento de volar por los aires; para hacer posible este sueño se cubrió el cuerpo con una pieza de seda revestida de plumas, se adaptó dos alas como los pájaros y se lanzó al aire desde la Ruzzafa de Córdoba; logró permanecer largo rato en el aire y planeando recorrió alguna distancia, pero los problemas surgieron en el momento del aterrizaje, ya que no acertó a maniobrar adecuadamente y cató con cierta violencia en el suelo, lastimándose el trasero, porque -dice el comentarista- no se había dado cuenta de que los pájaros, al posarse, se valen de su cola, y él no se había fabricado cola (esta anécdota la refieren tanto Ibn Sa'îd en su Mugrib como Al-Maqqarî en su obra Analectes). Vemos, pues, que se anticipa en el intento seiscientos años con  respecto a aquel personaje (Leonardo da Vinci) que fue considerado como el primero en llevar a cabo esta hazaña. González Palencia considera, por este intento, a Ibn Firnâs como uno de los precursores de la aviación. No debieron quedarle muchas ganas de repetir el intento, recibiendo, además, críticas muy duras de sus colegas, principalmente de su acérrimo enemigo, Mu'min ibn Sa'îd, quien le dedicó una sátira en la que figuraba este verso:


 ¡Quiso aventajar al grifo en su vuelo,
y sólo llevaba en su cuerpo las plumas de un buitre viejo! 

        Nos lo presentan las crónicas arábigo-andalusíes como un nombre de espíritu despierto y agudo, Fue el primer erudito de Al-Andalus que descifró el tratado de métrica árabe del famoso filósofo Jalîl. Az-Zubaidî explica que este libro (Kitâb al-'arûd) fue traído a Al-Andalus por un mercader, quien lo ofreció a 'Abd ar-Rahmân II. Abû-l-Faraÿ. uno de los servidores palatino de este emir, contaba que el libro era objeto de comentarios irrisorios en toda la corte cordobesa hasta el punto de que las mujeres de harén (ÿaâriyas), en son de mofa, se decían unas a otros: ¡Allah te ha dado una mollera tan dura como la de aquel que llenó su libro con "mimma... mimma...! (Se referían, por supuesto, a Jalîl, autor del Kitâb al-'arûd). Al tener conocimiento Ibn Firnâs, de lo que ocurría, pidió el libro al emir, y al leerlo, captó inmediatamente el sentido del texto, aconsejando la conveniencia de adquirir el comentario del mismo, cosa que hizo el emir, concediéndoles a nuestro Ibn Firnâs un donativo de 300 dinares y lujosos vestidos.

        Estas son, de manera sucinta, las noticias que poseemos sobre los inventos y descubrimiento de Ibn Firnâs, quien nos ofrece la imagen de un hombre de un prodigioso ingenio que tendía a crear cosas destinadas a sobrecoger y maravillar a sus contemporáneos. A causa de tales prácticas, y en particular por sus estudios de las ciencias ocultas, sufrió varias acusaciones de heterodoxia por parte de los alfaquíes de la nueva escuela malikí, que ponían en duda la sinceridad de sus creencias. Todo esto, en opinión de Elías Terés, hace pensar que a Ibn Firnâs le agradaría pasar ante las gentes, si no como brujo o hechicero, al menos como un ser enigmático.

        Hemos descrito anteriormente cómo se dedicó de manera preferente al cultivo de la poesía, sobresaliendo por entre la mediocridad del resto de los poetas cortesanos. Su voz sonaba ya en las audiencias poéticas que Al-Hakam I celebraba en el Alcázar cordobés; posteriormente continuó en la corte rutilando como una de las figuras más representativas del séquito poético de 'Abd ar-Rahmân II, y por último prestó sus servicios durante el gobierno de Muhammad I.

        De sus composiciones poéticas destacamos las de tono adulatorio en honor de los príncipes a los que sirvió. De todas ellas sólo nos han llegado algunos fragmentos alusivos al emir Muhammad I. Unos de estos panegíricos canta la victoria del ejército andalusí sobre los toledanos en la batalla de Buazalete (Wâdî Salît), quienes, ayudados por cristianos trinitarios refugiados en Asturias, se rebelaron contra la soberanía de los omeyas andalusíes: 

El ejército, lanzando gritos discordes, avanza compacto,
tragando los campos, engrosado por la tribus, en orden cerrado.
Cuando en él brillan las espada, semejan relámpagos
que aparecen y se esconden entre nubes.
Las banderas en alto, al flamear,
parecen bajeles en un mar donde no es posible navegar a remo.
El molino de la guerra se pone en marcha,  y su eje
es la inteligencia de un rey experto y virtuoso
que se llama Muhammad, como el sello de los Profetas,
y cuyo poder excede a toda descripción.

        Ensalzó además otras acciones bélicas del emir Muhammad I. Ibn Hayyân nos habla de una composición de nuestro poeta que celebra el regreso de loas huestes andalusíes, después de otra expedición contra Toledo en el año 858, y en el curso de cuyo asedio los andaluces minaron los cimiento del puente. Este, cuando los toledanos salieron en tropel para cargar contra los sitiadores, se vino abajo, arrastrando en su caída a todos aquellos que por el peso de sus lógiras se ahogaron en el río Tajo Nos lo recuerda así Ibn Firnâs: 

                        Ha quedado Toledo despoblada, 
                        a merced de las aves de rapiña.
                        Ha quedado sin gente, desguarnecida,
                        (silenciosa) como una tumba.
                        No ha querido Allah que subsista un puente
                        erigido para el paso de las tropas infieles.

        Ibn Firnâs pertenece a ese género de poetas e historiadores que, influenciados por la escuela egipcia, recurren a la mitología, o como en este caso, a la providencia de Allah, para explicar determinados acontecimientos históricos y políticos. Resaltando así -recordemos que estamos en los inicios de la revolución islámica- la hegemonía de la ideología unitaria del Islam sobre la de los cristianos trinitarios. 

        Estos y otros versos panegíricos compuestos por Ibn Firnâs eran recitados en certámenes palatinos. En una de estas ocasiones en la que nuestro poeta recitaba un poema adulatorio ante el emir, entonó los siguientes versos:

He visto a Muhammad, Príncipe de los creyentes, 
y en su rostro florece la luna (badr) de la bondad.
Al oírlos su encarnizado rival Mu'min ibn Sa'îd exclamó: ¡Qué versos más horribles! ¡Has hecho del rostro del emir un campo en el que florecen los granos (badr)! Éste, abochornado, replicó violentamente, obsequiándole con los más fuertes insultos.

        Otra de las actividades en la que destacó Ibn Firnâs fue en el campo de la música. Se le considera como el primer maestro andalusí en este arte y se cuenta de él que tenía un complejo dominio de la técnica musical y del canto. Una de las anécdotas que ilustran la capacidad de improvisación melódica de nuestro personaje es la que nos cuenta tanto Az-Zubaydî como Al-Maqqarî y que recoge Elía Terés en su ensayo biográfico sobre nuestro personajes (revista Al-Andalus XXV, 1960, pp.239-249)

                En las postrimería del reinado de 'Abd ar-Rahmân II, hubo en la región de Sidonia un gobernador (âmil) llamado Mahmûd ibn Yamil, hombre noble y rico que mandó construir, en las orillas del Wâdî Lakka, un pabellón (qubba) alhajado con finas pieles y lujosas alfombras, en el que gastó la elevada suma de quinientos dinares. Cuando terminó de erigirlo, preparó un festín al que invitó a los nobles de la cora (comarca). Ocurrió que por entonces había llegado a la comarca 'Abd al-Malîk ibn Yahwar que venía a visitar sus posesiones de Sidonia, y el gobernador Mahmûd le invitó también a participar en la fiesta. Llegaron los invitados, entre los cuales se encontraba un hijo del cantor Zirÿab, y cuando terminaron de comer pasaron al salón de recepciones. Entonces se presentó 'Abbâs ibn Firnâs, que venía a saludar a Mahmûd. Este salió a recibirle, le abrazó y todos se regocijaron con su llegada. Le sirvieron comida, la comió y pasó con todos al salón. El hijo de Zirÿab comenzó a cantar: 

"Cuando no me conmueven la mujeres de la caravana
me emocionan la palomas, arrullándose en los campos.
Con sus arrullos hacen llorar al enamorado,
porque son plañidera, aunque no viertan lágrimas".

                Todos los presentes, admirados, hicieron repetir la canción al hijo de Zirÿab, y cuando ésta acabó, por fin, 'Abbâs ibn Firnâs tomó en sus manos el laúd y los volvió a cantar a su vez, rematándolos con otros dos versos que improvisó en alabanza de Mahmûd y que decían así:

"En Mahmûd he fortalecido mi mano, que estaba desamparada
en una época estéril para la esperanza.
Para la generosidad y la gloria ha construido una qubba
ante la cual los hombres más generosos quedan prosternados".

                    Era Mahmûd hombre espléndido, y al escuchar este canto dijo a Ibn Firnâs: "¡Oh, abû-l-Kâsim!, la cosa más preciosa que me ha proporcionado mi dinero es esta qubba; yo te la regalo, y también esta vestidura que llevo puesta. Pasaremos, pues, el día de hoy, bajo tu hospitalidad en esta qubba". Inmediatamente, pidió otro vestido, entregó a 'Abbâs el que llevaba puesto y continuó así la fiesta. en el momento de despedirse, 'Abd al-Mâlik ibn Yahwar dijo a Ibn Firnâs: "Abû-l-Kâsim, esta qubba no va a servirte a ti para nada, y no tendrás más remedio que venderla; si quieres yo te la compro en quinientos dinares". Y le contestó 'Abbâs: "Tuya es".

Fuente:

http://www.musulmanesandaluces.org/

miércoles, 8 de enero de 2014

IBN BEITHAR - UN CIENTÍFICO ANDALUSÍ VIAJERO

Escribió varias obras de medicina, pero sobre todo se destacan sus descriptivos y avanzados tratados de botánica


Diya al-Din Abu Muhamad Abd Allah ibn Ahmad al-Malaqí (el malagueño) y al-Nabatí (el botánico); comúnmente conocido como Ibn al-Baitar (el hijo d
Diya al-Din Abu Muhamad Abd Allah ibn Ahmad al-Malaqí (el malagueño) y al-Nabatí (el botánico); comúnmente conocido como Ibn al-Baitar.
En sus casi mil 500 años de existencia, el Islam enriqueció al conocimiento universal con muchas figuras de relieve en las ciencias y artes, y uno de esos benefactores de la civilización humana fue el sabio Abdallah ibn Ahmed.
Conocido como Ibn Beithar, nació en Málaga, dominio del emirato árabe de Granada, en la España de Al Andalus, alrededor del año 1170.
Ya entonces esa ciudad se enorgullecía de poseer palacios majestuosos como la emblemática Alcazaba, elegantes mezquitas y madrasas donde se enseñaban las ciencias.
En esa joya urbanística estudió y se convirtió en profundo conocedor del Corán, lo cual le impulsó a tomar el camino de su vocación, la medicina, y como era aventajado aprendiz que asimilaba conocimientos con rapidez pronto inició su carrera.
Estudió además astronomía, botánica, los minerales y los paisajes, leyó muchos libros de diferentes materias para comprender los engranajes de la Historia y el carácter de los pueblos.

Se dedicó a escribir sobre sus investigaciones botánicas, y estableció una clasificación filosófica de las plantas, analizando las virtudes de cada una de ellas.
Terminados sus trabajos en Málaga partió a recorrer Al Andalus coleccionando ejemplares de la flora, anotando su utilidad y la mejor forma de aplicarlos para la cura de diferentes enfermedades.
En la península ibérica se producían en aquel entonces continuas guerras pero estas no pudieron impedir las expediciones del científico.
Resulta notable que en pasajes de sus obras, incluso poemas, se perciba el eco de problemas sociales y contiendas bélicas.
Era celoso de la libertad individual y participó en conflictos y acciones entre los soldados de los reinos cristianos y los caballeros defensores del Islam.
Hasta sirvió de médico en tropas que salían de operaciones, lo cual facilitó su práctica en curar heridas.
Consolidada su carrera en España, decidió recorrer el mundo árabe y cruzó el estrecho de Gibraltar para compartir su experiencia con médicos de Fez, Oujda, Tánger y Tetuán en Marruecos.
Recorrió los Montes Atlas, colectó especies vegetales y luego siguió al este y llegó con cartas de recomendación a Orán, ciudad que tenía estrechos vínculos con los mercaderes de Málaga y donde recibió facilidades para ejercer su profesión.
Ibn Beithar vio crecer su fama como médico, la que iba precedida por el incremento de las especies clasificadas en su farmacopea, la cual era aceptada por tribus y élites gobernantes que confiaban en aquellos remedios que parecían infalibles.
Los viajes continuaron, visitó Argel, Túnez y Trípoli donde intercambió experiencias y realizó sorprendentes curaciones.
Arribó a Egipto, una plaza que estaba a la vanguardia de la ciencia médica islámica, considerada la mejor del mundo entonces conocido.
Recorrió Alejandría y El Cairo, donde dejó su impronta en la Universidad de Al-Azhar, y fue reputado como sabio y eminente galeno.
Los académicos egipcios le tuvieron como el protomédico de su tiempo.
Rumbo al Creciente Fértil, pasó por Jerusalén, sagrada para los seguidores del Profeta, y se dirigió al sur y en barco cruzó el Mar Rojo para realizar la obligada peregrinación de un creyente musulmán a La Meca.
En estas travesías terrestres y marítimas no dejó de entrevistarse con nómadas, aldeanos y habitantes de las grandes ciudades para obtener información sobre plantas con propiedades curativas.
Esta aureola de excelencia médica y fama de acucioso y arriesgado investigador hicieron que el Califa Malek Al Khamil le invitara a su magnífica capital, le colmara de honores y lo nombrara Visir y Director de los Jardines de Damasco.
Ibn Beithar escribió varias obras de medicina, pero sobre todo se destacan los tratados de botánica, con hermosas y didácticas ilustraciones y una detallada explicación de las propiedades de cada planta como remedio.
Diferenció cada una, las clasificó como febrífugos, analgésicos, estimulantes, calmantes, cicatrizantes, digestivos y otras categorías, lo cual facilitó el uso por sus colegas de la época y los de los siglos siguientes.
Llegó a ser un especialista inigualable en cítricos, principalmente en limones, confirmando sus múltiples virtudes alimenticias, curativas y preventivas y su utilidad contra los efectos del aire contaminado en los hospitales por las enfermedades infecciosas agudas y las escorbúticas.
Al respecto escribió el Tratado de los Limones, que tres siglos y medio después fue traducido al latín por el científico español Andrés Alpago para su impresión en Venecia en 1588. El texto fue reimpreso en París en 1602 y en Cremona en 1752.
Quedó así demostrada la vigencia y calidad de su labor.
En las ciudades donde los médicos europeos estaban más actualizados se consideraba el trabajo de Ibn Beithar una obra maestra y de gran utilidad práctica, algo reconocido hasta por el célebre y elitista doctor italiano Valcarenghi.
Ibn Beithar escribió además la Gran Colección de medicinas y alimentos simples, el más insigne trabajo botánico de la Edad Media, puesto que su autor herborizó incansablemente en Al Andalus, África del Norte, Egipto, Arabia, Siria y Palestina, entre otros países.
Además en su libro tuvo en cuenta informaciones anteriores, reelaboradas y confirmadas por él, y también dio a conocer más de 200 especies nuevas, presentando asimismo la sinonimia de las plantas en diversas lenguas, entre ellas el castellano.
El erudito hispano Marcelino Menéndez Pelayo (1856 - 1912) le llamó "el Dioscórides español del siglo XIII".
Ibn Beithar en su obra Almofridat rectificó pasajes de Galeno, Dioscórides y Oribasio.

Ibn al-Baitar, Benalmádena (Málaga)

También incursionó en la veterinaria y prestó observaciones zoológicas nuevas sobre diversas especies como las panteras, becerros y peces.
De estos trabajos redactó un capítulo en el Almofridat cuyo manuscrito aún se conserva.
Ese compendio del saber fue traducido al alemán e inglés y publicado en Leipzig con el título "Elenchus materiae medicae Ibn Beitharis" en 1834 y en Sttutgart en 1842.
La obra era considerada de referencia y obligada consulta para los especialistas de la materia, a pesar de haber transcurrido 600 años de su muerte, acaecida en Damasco el año 1248.
Abdallah ibn Ahmed Ibn Beithar constituye hoy una figura legendaria de la Historia de la medicina.
Ese coloso del saber y la investigación fue ejemplo del espíritu de trabajo, avidez de conocimientos, curiosidad y superación constantes.
Vivió orgulloso de la obra creadora de su pueblo, al que consagró todos sus esfuerzos, hasta ser capaz de ejercer su profesión con los instrumentos de doctor e investigador en una mano y la espada en la otra.
Rafael de la Morena es especialista del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (INSTEC-CITMA) de Cuba.

Fuente:

viernes, 3 de enero de 2014

LA HISTORIA DE AL-ANDALUS Y DE LA CONQUISTA

Entrevista a Ramón Grosfoguel *
¿Cuándo estás en España y en especial en Granada, como ahora, con la Alhambra a nuestras espaldas, qué se te viene a la cabeza?
Aquí comienza una historia que afectó al mundo entero. Como puertorriqueño y como persona que viene de las Américas, Granada tiene un impacto enorme sobre nuestras vidas. Y con esto me refiero a la historia de Al Ándalus y la historia de la conquista. Fíjate que no digo re-conquista, dije conquista. Porque no me adscribo a la tesis de la ‘r’ y la ‘e’.
Durante el último periodo de la guerra contra Granada es donde comienza la historia de la expansión colonial Europea, que ha tenido un impacto mundial hasta nuestros días. En la conquista de Granada se aplican toda una serie de métodos que tuvieron repercusiones mundiales. Esos mismos métodos son los que se llevaron a las Américas y de ahí a otras partes del mundo en los proyectos de expansión colonial.
La monarquía de los Reyes Católicos, en su proyecto de conquista, concebía que primero había que unificar el territorio antes de pasar al proyecto de las Indias. Es aquí donde nacen los gérmenes del proyecto estado-nación. Esa concepción del estado-nación nace en la conquista de Al Ándalus: política de estado, una identidad y una religión, donde cualquiera que fuese diferente era aniquilado físicamente o expulsado del territorio.
Ese colonialismo de población, es decir, de desplazar a los indígenas de sus tierras y ocuparlo con colonos es un método que ha sido usado desde Al Ándalus hasta la conquista de Palestina hoy en día. Es el mismo método que se usó en el norte de Argentina, en Norte América, en Australia y en Nueva Zelanda. Es un colonialismo de población donde el indígena es dispensable. Pasa por desplazar a los indígenas de su tierra y ocuparla con colonos. Eso es lo que estamos viendo con Israel y eso lo vimos aquí, en la conquista de Granada.

La hermosura de una mujer morisca
Estoy mencionando los diferentes elementos que yo entiendo que, cuando vengo aquí, Granada me recuerda y que son muy importantes.
El 2 de enero de 1492 se hacen las capitulaciones y en el mismo año, el 12 de Octubre de 1492, llega Colón a lo que hoy llamamos las Américas. En su diario escribe: “Dios mío, estos son pueblos sin religión”. Esto hoy en día sonaría como si dijera “bueno, son ateos”. Pero pueblos sin religión a finales del siglo XV tiene otra connotación. Para el imaginario del siglo XV todo el mundo tiene religión; puedes tener el dios equivocado, nos matamos por ello, yo trato de convencerte del mío, te persuado, no te convenzo, pues lo hago por la fuerza, pero tú eres un humano, la humanidad tuya no esta en cuestión.
Pueblo sin religión significa que si tu no tienes dios, ni religión, significa que tu no tienes alma. Si no tienes alma, eres como un burro, un caballo, una vaca; de la fauna. Por eso te puedo incorporar al proceso de producción por la fuerza sin que sea un pecado a los ojos de dios. Ahí comienza la modernidad euro centrada. Al Ándalus y Granada tienen una importancia inmensa en todos estos acontecimientos, antes y después de su conquista.
Viajamos ahora hacia atrás en el tiempo y vamos a desafiar la versión oficial de la historia. La península ibérica está gobernada por Visigodos, ¿Cómo ves la llegada del Islam a lo que ahora conocemos como España? ¿Qué pasó?
Yo no sostengo la tesis de la ‘r’ y la ‘e’. Siempre que hablo en el estado español y en público digo que hasta que los españoles no descolonicen la ‘r’ y la ‘e’ no van a poder avanzar en muchas cosas.
Esa historia de que España es la victima de una invasión musulmana, y eso es lo que implican la ‘r’ y la ‘e’, y que luego lo que hace es recuperar su tierra de una forma casi inocente, defensiva, es parte de una dialéctica de la modernidad eurocéntrica que comienza en la península ibérica y luego se mueve al norte de Europa cuando Holanda toma el testigo del Imperio español.
En el siglo VIII no se conoce España tal y como la conocemos hoy en día. La idea de una invasión de España es aberrante. El territorio estaba poblado por diferentes pueblos con grandes diferencias étnicas y de lenguaje. Su religión era un cristianismo pre-Constantino, es decir, un cristianismo no trinitario, ni dualista, sino más cercano a la noción de tawhid del Islam. No era el dios de la cristiandad que se crea cuando el cristianismo se hace ideología de estado con el emperador Constantino y comienzan las ideas dualistas, trinitarias y las imágenes de dios como humano. Esta idea de la cristiandad no estaba en el cristianismo temprano. Y aquí había pueblos que practicaban ese cristianismo temprano. Así que si se quiere usar el termino invasión, no fue a España, fue a esa otra cosa que había aquí y que no tiene nada que ver con España.
¿Quiénes estaban en el poder? Los Visigodos y el obispado de la iglesia del vaticano, que tenían un sistema de dominación y opresión sobre los pueblos ibéricos y sobre los cristianos que practicaban ese cristianismo pre-Constantino.
Lo que quiero mostrar es como se hace un invento de un pasado para poder justificar políticas de conquista en el presente.
Sigamos con la historia, entran en la península unos millares, 3.000 o 4.000 hombres de tropas musulmanas por el sur. En sesenta días, sin vehículos motorizados ni aviones, se libera todo el territorio. Tomó otros tres años para que se consolidase casi la totalidad de la península. ¿Cómo fue que rompieron el control de los Visigodos y de la Iglesia de forma tan repentina y completa? ¿Qué pasó? Esto es lo que no nos cuentan. Lo que pasó es que hubo un proceso de liberación, de emancipación contra el poder Visigodo y de la Iglesia, en el que los pueblos ibéricos, los cristianos pre-Constantinos y los judíos, que de hecho piden la ayuda y entrada de los musulmanes por la opresión que había en ese momento, se unen a los musulmanes contra el poder opresivo. En este proceso se producen conversiones en masa. ¿Por qué?, porque el mensaje del islam no era, en esencia, tan distinto al cristianismo pre-Constantino ni a las religiones de los pueblos íberos. Es decir, no hay una visión de un dios hecho a semejanza del hombre, ni un viejo en una nube que vigila lo que haces o una visión dualista entre lo material y lo espiritual. Sino que la religión representa un todo mucho más completo, mucho más cercano al tawhid del islam que al cristianismo actual.
Las practicas de los musulmanes no fueron prácticas de conquista. Los pueblos se unieron contra un poder dominante. Se extendieron hasta Poitiers y en este punto reflexionaron sobre lo que estaba pasando. Entendieron que en la península ibérica estaban conquistando corazones mientras que en el sur de Francia lo que sucedía era una conquista en toda regla. Se dieron la vuelta.
La liberación de la península tomó entre dos meses y tres años. La conquista de Al Ándalus tomó 800 años. Aquí podemos ver claramente la diferencia temporal entre una liberación y una conquista. De todas formas todo esto hay que evaluarlo y verlo detenidamente ya que la historia de Al Ándalus es muy compleja.
*Sociólogo puertorriqueño, trabaja en el Departamento de Estudios Étnicos de la Universidad de Berkeley, California, EE. UU. Se encuentra en España donde ha participado en las jornadas organizadas por el Departamento de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, ‘La actualidad de Michel Foucault’, y ahora se encuentra en Granada donde junto a otros académicos imparte un curso.
Islam Hoy
Fuente:

miércoles, 1 de enero de 2014

DE "ESENCIA Y SEÑALES DEL AMOR" - IBN HAZM

Cuando mis ojos ven a alguien vestido de rojo,
mi corazón se rompe y desgarra de pena.
¡Es que ella con su mirada hiere y desangra a los hombres
y pienso que el vestido está empapado y empurpurado con esa sangre!


Adam Styka

Cuando se trata de ella, me agrada la plática,
y exhala para mí un exquisito olor de ámbar.
Si habla ella, no atiendo a los que están a mi lado
y escucho sólo sus palabras placientes y graciosas.
Aunque estuviese con el Príncipe de los Creyentes,
no me desviaría de mi amada en atención a él.
Si me veo forzado a irme de su lado,
no paro de mirar atrás y camino como una bestia herida;
pero, aunque mi cuerpo se distancie, mis ojos quedan fijos en ella,
como los del náufrago que, desde las olas, contemplan la orilla.
Si pienso que estoy lejos de ella, siento que me ahogo
como el que bosteza entre la polvareda y la solana.
Si tú me dices que es posible subir al cielo,
digo que sí y que sé dónde está la escalera.


* * *

Las nubes han tomado lecciones de mis ojos
y todo lo anegan en lluvia pertinaz,
que esta noche, por tu culpa, llora conmigo
y viene a distraerme en mi insomnio.
Si las tinieblas no hubiesen de acabar
hasta que se cerraran mis párpados en el sueño,
no habría manera de llegar a ver el día,
y el desvelo aumentaría por instantes.
Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes
a la mirada de los ojos humanos,
son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía,
y que tampoco es visible más que en hipótesis.


* * *

Melancólico, afligido e insomne, el amante
no deja de querellarse, ebrio del vino de las imputaciones.
En un instante te hace ver maravillas,
pues tan pronto es enemigo como amigo, se acerca como se aleja.
Sus transportes, sus reproches, su desvío, su reconciliación
parecen conjunción y divergencia de astros, presagios estelares adversos y favorables.
Mas, de pronto, tuvo compasión de mi amor, tras el largo desabrimiento,
y vine a ser envidiado, tras de haber sido envidioso.
Nos deleitamos entre las blancas flores del jardín,
agradecidas y encantadas por el riego de la escarcha:
rocío , nube y huerto perfumado
parecían nuestras lágrimas, nuestros párpados y su mejilla rosada.


* * *

Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.


* * *

Hasta que llegó la noche estuve esperando verte,
¡oh deseo mío!, oh colmo de mi anhelo!;
pero las tinieblas me hicieron perder la esperanza,
cuando antes, aunque apareciera la noche, no desesperaba de que siguiera el día.
Tengo para ello una prueba que no puede mentir,
pues por muchas análogas nos guiamos en asuntos difíciles,
y es que, si te hubieras decidido a visitarme, no hubiera habido tinieblas,
y la luz, -tu luz- hubiera permanecido sin cesar entre nosotros.


* * *

La «bella paciencia» está prisionera;
pero las lágrimas corren libremente.



*.- Qué mejor forma de empezar el año que con un poema de Ibn Hazm, espero que su luz nos alumbre día a día, alejándonos de lo tibio y lo malo y feo de este mundo, y que nos de mucha fuerza para seguir en la lucha para conseguir un mundo justo e iguales para todos. Un besazo de primero de año para todos.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...