William Adolphe Bouguereau

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viernes, 22 de febrero de 2013

LOS CUIDADOS ESTÉTICOS EN LA MUJER ANDALUSÍ (II)

En una sociedad en la que existía una gran variedad racial y abundaban las esclavas venidas de distintas partes del mundo, el ideal estético cambiaba en función de factores socio-económicos. Es lícito preguntarse qué tipo de mujer resultaba más erótica, qué esfuerzos realizaban para llegar a alcanzar la belleza vigente en al-Andalus, qué imagen era la más atractiva, cual maquillaje, cómo se eran los peinados y cómo se cuidaban el cuerpo.

Tres eran los principales tipos raciales existentes en al-Andalus lo que daba un esplendor a las mujeres: la mujer rubia esclava procedente del norte, la mujer morena autóctona y la esclava negra africana.

Los gobernantes preferían , en algunas épocas, las mujeres rubias de ojos claros. Debido a esta preferencia,  casi todos los miembros de la familia omeya de los siglos X y XI eran rubios o pelirrojos porque tenían madres de origen vasco o gallego, entre ellos los famosos califas Abd al-Rahman III y al-Hakam II. También sufrieron esta inclinación algunos califas almohades, así por ejemplo, el tercer califa de esta dinastía,  Ya´qub al-Mansur, tuvo como concubina a una esclava cristian llamada Zahar ( Flor ), probablemente rubia, pues fue la madre del califa al-Nasir, un hombre rubio con los ojos azules cuyos rasgos no pudo herdar de al-Mansur, que era muy moreno y tenía los ojos grandes y negros. A su vez al-Nasir tuvo otra concubina cristiana llamada Qamar ( Luna ), su nombre puede indicar que debía ser, sino rubia, al menos una mujer muy blanca de piel... aunque el gusto de estos califas no era compartido por el común de la población a juzgar por los siguientes versos:






Me la afean porque tiene rubio el cabello y yo les digo:
Esa es su belleza, a mi juicio.
Yerran quienes vituperan el color de la luz y del oro,
por una necia opinión, del todo falsa.
¿ Censurará alguien el color del narciso fragante, o el
color de las estrellas que vibran de lejos ?
Sólo las criaturas de Dios más alejadas de toda ciencia
prefieren los cuerpos negros, de color carbón;
negro es el color de los moradores del infierno,
negro es el vestido de los que lloran
por haber perdido un hijo y están de luto.


   De estos versos de Ibn Hazm se puede llegar a la conclusión de que el gusto por las morenas o negras era considerado como algo vulgar y propio de gentes poco cultivadas. Aunque no todos opinaban igual pues personajes famosos estuvieron enamorados de esclavas negras. Entre ellos el poeta Ibn Zaydun, amante de la princesa Wallada, quién, despechada porque el poeta mantenía relación con una de sus propias esclavas negras, le dirigió esta invectiva:

 Si fueras justo con el amor que existe entre nosotros,
no habrías escogido ni amarías a mi esclava;
has dejado una rama donde florece la hermosura
y te has vuelto a la rama sin frutos.
Sabes que soy la luna llena,
pero, por mi desdicha,
de Júpiter estás enamorado.



Pese a todo, mujeres negras y rubias eran dos tipos exóticos en al-Andalus. La mujer que realmente despertaba la sensualidad masculina era la mujer mediterránea. Los poetas la han descrito como una mujer blanca y morena de pelo. Este contraste es el más alabado, un rostro blanco como la luna o como las perlas, enmarcado por un pelo negro como la noche. A juego, debía haber unos hermosos y grandes ojos negros como los de una gacela. Este perfil femenino no es un tópico literario, constatado está que las mujeres más atractivas encajaban en él y se sabe gracias al almotacén malagueño al-Saqati que , en su tratado de hisba, advierte contra los vendedores de esclavos que utilizan cosas para embellecer y mejorar a las mujeres. Así, el pelo lo ennegrecían con aceite de mirto y nogalina de cáscaras de nueces frescas con anémona coronaria y se lavaba con una decocción de mirobálano. Para dar blancura a la cara, usaban una crema a base de habas, badea y leche; mientras que para oscurecer los ojos usaban agua de cáscara de granada dulce.



EL CUERPO IDEAL.




   Ibn Hazn relata en su " Collar de la paloma " que a los andalusíes les gustaban las mujeres anchas de caderas pero de talle estrecho cuyos andares eran lentos y bamboleantes. Cantidad de poetas alabaron a las mujeres con estas características. Numerosos poemas dan a conocer la cintura femenina comparada con una  rama y las nalgas y las caderas con una duna de arena siguiendo los viejos modelos de la poesía preislámica.
Parece que los senos no gustaba demasiado grandes. El medico Arib b. Said sugirió una receta para que las mamas no crecieran en demasía y que debía aplicarse en la adolescencia:

 " Para impedir que los senos sean excesivamente grandes se les untarán los senos con escoria de hierro y aceite de rosas, se machacará comino, y se amasará con agua y se colocará en unas vendas con todo ello. También se le cubrirán con trozos de lino sumergidos en vinagre y se vendarán durante tres dias, después se le quitará la venda y se macharán bulbos de lirios blancos con vinagre y agua y se vendará con esto tambien durante tres veces seguidas al mes. Se machacarán dos piedras de amolar con un poco de vinagre con lo antes descrito sobre los pechos cada día y será efectivo "

Trabajo excelente de Maria Dolores Rosado Llamas. Doctora en Historia Medieval, de su blog:  http://mezquitacordobesa.blogspot.com.es


martes, 19 de febrero de 2013

LA HERENCIA QUE NOS DEJÓ AL-ANDALUS

El islam surgió en Arabia en el siglo VII. El profeta Muhammad se encargó de transmitirlo. En menos de un siglo su mensaje se extendió desde China hasta Hispania.El modelo espiritual y social que conllevaba era tolerante y justo, y fue recibido con alegría por numerosas comunidades. De hecho, cuando los musulmanes gobernaron, respetaron muy escrupulosamente las instituciones políticas, jurídicas y religiosas anteriormente existentes.




Vamos a ver ahora tanto costumbres como la gastronomía, aromas, el agua, la cultura gastronómica...que nos dejaron y que aún usamos, de forma escueta, para ir abriendo boca.


Tradiciones culinarias


En Al-Andalus, el compartir mesa con amigos y familiares es un acto placentero, que sirve para crear lazos sociales, en esa época surgió toda una serie de modas gastronómicas, algunas importadas de Oriente. 

¿Sabías por ejemplo que las albóndigas datan de entonces, y que su nombre, del árabe al bunduq, significa la bola? ¿sabías que las frituras, las empanadas, los fideos y el arroz con leche son de origen andalusí? 


Por último, cabría destacar cómo el vivo cromatismo y riqueza de aromas de las cocinas de al-Andalus se vieron favorecidos frente a las monocromáticas y poco variadas de las del resto del territorio peninsular por medio del empleo de las especias locales cultivadas, entre las que destaca el azafrán, junto a las aromáticas espontáneas que se integraban en los espacios naturales. 

También en al-Andalus nació el ceremonial de mesa que hoy conocemos. Primero los entrantes y ensaladas, después los platos fuertes a base de carne y pescado, y por último los postres. Anteriormente se tenía por costumbre servirlos todos al mismo tiempo. Para disfrutar de una buena comida, había que evitar las conversaciones controvertidas y, a ser posible, acompañarla de una música suave de fondo.




SOBRE EL ACEITE DE OLIVA EN AL-ANDALUS - nos encontramos con un elemento básico en la alimentación y cocinas de al-Andalus: el aceite de oliva que, como en toda el área mediterránea era, sin lugar a dudas, la grasa más consumida, siguiendo toda una antigua tradición, en retroceso en el período visigodo, que los andalusíes relanzaron. 

No obstante, variaba su forma de utilización en la cocina, en relación con los diversos grupos socio-económicos: en los tratados culinarios andalusíes está casi omnipresente este aceite pero como un elemento más, como un condimento de los platos, al mismo tiempo que no se mencionan demasiadas frituras. No obstante, el 90% o algo más de las recetas de los dos tratados de cocina andalusíes conocidos utilizan el aceite de oliva. En los zocos, por el contrario, se preparaban muchos y variados tipos de frituras, platos más fáciles de elaborar y más económicos.


El hamman



La higiene es una de las normas principales del Al-Andalus. Con agua limpia el musulmán lava su cuerpo, pero de forma simbólica, también purifica su alma. ¿Sabías que casi 1.000 millones de musulmanes hacen sus abluciones cinco veces al día, antes de realizar sus plegarias? Para ello se enjuagan y frotan con agua pura manos, boca, nariz, rostro, antebrazos, cabeza, orejas y pies. Ello simboliza la purificación de los sentidos y de los actos que realizan cada día. Cuando los musulmanes no disponen de agua corriente y baños confortables en las casas, acuden al hammam, o baño público de vapor. En el hammam se va pasando por diferentes salas con temperaturas cada vez más elevadas. En la última hay una alberca con un chorro de agua hirviendo que genera vapor. 
Además de limpiar la piel, el vapor caliente ayuda a eliminar toxinas a través de la sudoración. ¿Sabías que en plena Edad Media, cuando en la España cristiana no se practicaba apenas la higiene personal, en al–Andalus existía un baño público en cada barrio? Entonces, los hammams no solo servían para la limpieza y la distensión; lo mismo que la mezquita y otros lugares públicos, eran utilizados para reuniones políticas y sociales. Hoy siguen siendo un espacio de encuentro entre vecinos y amigos, donde desaparece el concepto de clase y de diferencia social. En los países islámicos, las mujeres y los hombres acuden al hammam por turnos de mañana o tarde; nunca mezclados. Entre las normas de conducta, son imprescindibles la limpieza y el respeto a la intimidad.



Grabado de mujeres andalusíes en el hammam







El agua



Al-Andalus fue una cultura del agua. La preocupación tanto por el mantenimiento de su calidad como por su valoración estética no son algo nuevo. A lo largo de los siglos, el agua ha formado parte de la higiene de los musulmanes, de la agricultura, de los jardines y de la arquitectura. Según El propio Corán, en el agua radica el origen de la vida. Los árabes, que procedían del desierto, valoraron como pocos este escaso elemento. El propio Profeta Muhammad aconsejaba, en el siglo VII, cómo mantenerla pura y sin contaminar. Los tratados de cocina y dietética de la Edad Media abundaban en describir sus beneficios sobre la salud, y explicaban qué clase de agua era la más conveniente para el organismo, y dónde se debía de almacenar. 


También en la arquitectura islámica el agua es esencial. Los musulmanes aseguran que su sonido y su transparencia causan un estado de relajación y bienestar especiales. En las mezquitas, aparece en forma de fuentes de abluciones. En patios, jardines, y en palacios como la Alhambra y el Generalife de Granada, se la puede contemplar en acequias, albercas y estanques con toda clase de surtidores. Los musulmanes no hubieran llegado a ser los grandes agricultores que son hoy en día, sin la sabia utilización del agua. Crearon una infraestructura propia y una legislación para un reparto del agua equitativo. 














¿Qué nos trajeron?

Fueron los musulmanes quienes introdujeron en Europa avances tan importantes como la brújula, el actual sistema de cifras indio, así como el papel y la pólvora. 
En España todavía se conservan numerosas tradiciones y costumbres de origen andalusí, tanto en la arquitectura, como en la artesanía, la agricultura y la gastronomía. 
¿Sabías por ejemplo que la horchata fue un invento andalusí? 
¿O que la cerámica de Fajalauza, en Granada, y la de Teruel tienen su origen en la artesanía de al-Andalus? 
Las casas tradicionales de Andalucía y de Levante guardan aún hoy la estructura islámica. Están distribuidas en torno a un patio porticado al que asoman las alcobas, y tienen dos pisos. También los populares balcones canarios con celosías de madera, tienen influencias árabes. Algunas ciudades y pueblos españoles todavía conservan su trazado de época musulmana. 

Entre ellos destacan Toledo, Requena (Valencia), Altea (Alicante) y Arcos de La Frontera (Cádiz). Sus calles son estrechas, similiares a laberintos, y no siguen un orden simétrico. Se parecen a las medinas árabes actuales. 

En la artesanía de la cerámica hemos heredado los esmaltes y los antiguos hornos de leña. Priego de Córdoba, Paterna (Valencia) y Muel (Zaragoza) son algunos de los focos de mayor influencia árabe. La taracea granadina también proviene de aquella época, lo mismo que la filigrana en plata de Cáceres y Córdoba, y el damasquinado toledano. En la cocina las influencias no son menores. 

Entre los platos más populares nos han quedado los embutidos de cordero de La Rioja, el pescado frito de Andalucía, los arroces y fideos levantinos, y numerosos dulces como los pestiños, el turrón y los alfajores. 









lunes, 18 de febrero de 2013

EMPIEZO UNA NUEVA ANDADURA

Así es, ayer me decidí a crear un blog que se dedicara exclusivamente a nuestra historia andalusí. Intento contar en toda su amplitud la historia, el arte, costumbres y vida cotidiana de esa época maravillosa que estuvo en España durante ocho siglos y que tanto nos aportó.


Ya sé que nuestros gobernantes, a lo largo y ancho de nuestra historia la quisieron borrar, es más, destruyeron mucho. Pero no lo consiguieron porque quedan legados apasionantes y porque en nuestro corazón siguen vivos aquellos antepasados nuestros. 



Intentaré estar a la altura. No soy erudita pero me apasiona y eso es ya mucho. Tengo amigos que saben mucho del tema, me encantaría que colaboraran conmigo, sobre todo mi amigo Pedro Mari, que aportaría mucho sobre la música andalusí, es un verdadero experto. Ojalá se decidiera. 



Muchos besos a todos, espero que les gusten y disfruten con este blog. 



Inma

domingo, 17 de febrero de 2013

LOS CUIDADOS ESTÉTICOS EN LA MUJER ANDALUSÍ




Mujer Andalusí


Era costumbre de aquellas mujeres presentarse en las reuniones maquilladas, adornadas y perfumadas. Las peluqueras no escatimaban ningún esfuerzo en embellecer a sus clientes, peinándolas con los mejores moños. Para sacar partido a su belleza, las mujeres se aplicaban exquisitos perfumes (al-`itr), fragancias (asnan), agua de rosas (maal-ward) y agua de azahar (mazhar). Se depilaban las cejas y las piernas y se pintaban tatuajes con una serie de utensilios como al-minsas, al-mintaj y al-minqas.

La estética rural optaba más bien por los productos como el khol, para embellecer los ojos, la henna, para las manos y los pies.

El Miswak (al- siwak) limpiaba y blanqueaba la dentadura. Para pintar sus labios, las mujeres empleaban las cáscaras del almendro, y sobre todo la planta de al-zu`ayfira, que daba un hermoso color parecido al del azafrán diluido. Las más atrevidas se pintaban con un tipo de carmín de labios de color rojo muy fuerte. Cabría señalar que la estética figuraba como especialidad médica, cuyos logros reflejan el grado de interés que los andalusíes prestaron a la belleza.





La mujer musulmana libre llevaba el pelo largo pero hay constancia de que se cortaba dos mechones de cabello y los rizaba para enmarcar el rostro, formando dos aladares. En las miniaturas de la Historia de los amores de Bayad y Riyad, las mujeres que aparecen llevan este peinado y las referencias al mismo son numerosas en la poesía.



Referente a los cuidados del cuerpo, las andalusíes se teñían con alheña las manos tal y como se sigue haciendo hoy en muchos países islámicos. En cuanto al vello corporal había una receta para controlar el exceso del mismo especialmente en dos zonas: las axilas y el pubis. Estas partes tenían que ser frotadas con un ungüento compuesto de raiz de pimienta, albayalde, alumbre, agua de beleño y vinagre. No se trataba de un depilatorio sino de un inhibidor del crecimiento del vello que debía ser aplicado en la pubertad aunque también existían auténticos depilatorios. Un tratamiento para eliminar el vello consistía en untarse cal viva, huevos de hormigas, aceite de cocer ranas o salamanquesas o, en su defecto, hiel de conejo y, por último, lavarse la zona a depilar con jebe, bórax y asfa.


Todo se puede negar
salvo el olor de la mujer amada,
todo se puede disimular

salvo los pasos de
la mujer que se mueve dentro de nosotros,

todo se puede discutir


salvo tu feminidad.



    En lo que refiere a las partes íntimas femeninas se conservan recetas destinadas a preparar a la mujer para el coito y para hacerlo más placentero, especial atención se pone en humectar y estrechar la vagina o rejuvenecer las vulvas deterioradas a consecuencia de los partos.


[Texto extraído del libro de Ahmed Tahiri, "La mujer, la estética y la vida afectiva". Las clases populares en al-Andalus. Málaga, ed. Sarriá, 2003]

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