William Adolphe Bouguereau

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martes, 23 de julio de 2013

MUJERES ANDALUZAS - LA PRINCESA ZAIDA - (LA MORA ZAIDA)


LA PRINCESA ZAIDA

Dicen las crónicas que la princesa musulmana Zaida, hija del rey de Sevilla, no fue barragana en la corte del rey Alfonso VI sino mujer velada, es decir, casada por la iglesia. Su historia parece de leyenda o de cuento oriental, no sólo porque fuera extraordinariamente amada por el rey-emperador de Castilla y León (*), sino porque fue una mujer exquisita, culta, educada, inteligente y bellísima. Tuvo con el rey el único hijo varón de éste, Sancho III el Deseado, que heredaría el trono, quitándole la sucesión a sus hermanas mayores.

Zaida murió antes de que, en la desgraciada batalla de Uclés, desapareciera su jovencísimo y querido hijo.
Para que se admitiera la relación entre el rey cristiano y la princesa árabe, que estaban fuera de la norma porque ella lleva la condición de infiel, se utiliza la excusa del hijo varón, futuro heredero al trono, La crónica justifica este episodio, recalcando la esterilidad de casi todas las mujeres del rey y aunque habla de descendencia ilegítima, este momento de trasgresión se disimulará tras un velo religioso, dejando bien claro que sólo fue mujer del rey castellano tras su conversión.

Dicen que ella es mujer libre y no nacida de linaje vil o en vil hogar, además es de procedencia noble y única y, sobre todo, es quien ha asegurado la descendencia real por no tener varones las esposas legales. Todo esto podría admitirse, pero lo que no está bien visto es que los papeles se cambien y que la favorita sea, verdaderamente, objeto de la pasión amorosa del monarca, cuando a ella sólo se le permite cumplir con su función reproductora.

Ésta es la historia de la Zaida, hija del rey poeta de Sevilla al-Mu’tamid y de la exquisita poetisa del al-Andalus, Rumaykiyya. Nacida alrededor del año 1070. Su madre la educó, como una princesa amada, en la belleza y en la poesía, en el canto, en la danza y en la filosofía. Relacionada con la clase alta de la sociedad andalusí, con las m u j e res más cultas y educadas de la corte. Zaida se parecía a su madre por su ingenio y belleza y a su padre por su alegría. Conoció cómo sus pro g e n i t o res vivían un amor de leyenda que expresaban en repetidos y hermosos poemas.

A los doce años, Zayda sabe que estaba prometida con el rey castellano, aunque él está casado con una princesa cristiana procedente del sur de Francia, doña Inés de Aquitania: son políticas matrimoniales. En las familias dirigentes, los matrimonios se consideran un instrumento imprescindible para establecer alianzas porque así pueden superar grandes conflictos políticos y conseguir aspiraciones territoriales; en consecuencia, las mujeres son valiosas para los pactos de estado, se convierten en «bienes preciosos» de gran relieve e importancia dentro de las alianzas matrimoniales. La princesa Zayda entra de lleno en esta política cuando su padre, el rey de Sevilla, proclamado unos años antes señor de Córdoba, necesita firmar acuerdos con el poderoso rey Alfonso VI de Castilla y León. En esta fase de la reconquista es tal el poder del rey cristiano que nadie es capaz de reinar sin su consentimiento. Parece que la propuesta de prometer a la inteligente princesa fue echa por el rey árabe, porque el castellano dejó varias veces la boda para más adelante. Zayda fue enviada por su padre, al encuentro con el rey, como prometida en matrimonio acompañada por una cuantiosa dote en la que entraban grandes y poderosas plazas como Cuenca, Alarcos, Ocaña y otras.




Era tan grande la dote matrimonial, que este hecho ha quedado en la fábula. Lo que no se sabe es si la princesa iba a cumplir la promesa de matrimonio o a pedir ayuda para su padre al poderoso monarca cristiano, que establecía alianzas con algunos reyes moros, pagando estos grandes impuestos por su protección en contra de los almorávides. Tarde llegó la ayuda del cristiano, porque el rey musulmán quedó prácticamente exiliado en su alcázar de Sevilla, resistiendo cuanto pudo el asedio del ejército de los africanos.

En Toledo se encuentran la inteligente princesa y el rey castellano. Su mujer, la joven reina Inés había muerto, no era extraño este suceso porque en la Edad Media un número considerable de mujeres moría muy jóvenes a consecuencia de los partos, pero ya tenía una nueva esposa. Zayda convivió con ella en la corte y, entrando en amores con el rey, al poco tiempo tuvieron el hijo.

Cuando llega la hora del nombramiento de este hijo como heredero, han transcurrido veinte años desde aquella lejana promesa de matrimonio y entonces sí que se celebra la boda entre la princesa Zayda y el rey Alfonso puesto que hay que legalizar la sucesión del pequeño Sancho, aunque realmente la heredad le correspondiera a su hermana Urraca hija de un matrimonio anterior.

A partir de la boda, Zayda se convierte en la reina Helisabeth porque Isabel es el nombre que, años atrás, ha escogido en su bautizo cuando se ha convertido oficialmente al catolicismo. El rey exalta sus capacidades y la llama regina divina amantísimadilectísima.

Dura poco la felicidad del matrimonio porque Zayda muere muy joven, alrededor del año 1100, a consecuencia de un sobreparto, siguiendo la misma suerte que el resto de las mujeres de Alfonso VI. Zayda- Helisabeth será enterrada en Sahún y dos siglos más tarde sus restos se trasladarán a San Isidoro de León.


(*) Nota de editor nos indica que no se puede hablar de ... "Alfonso X como Rey deCastilla y León, no existe ni existió nunca el reino de Castilla y León . Exisitió el  Reino de León, el Reino de Castilla y la Corona de Castilla que en época de Alfonso X aglutinaba los reinos de Castilla, León, Galicia, Toledo, Navarra y señoríos recientemente conquistados como Al-Andalus: Córdoba, Murcia, Jaén, Sevilla,Granada, Gibraltar, Algeciras y Molina de Aragón. Los reinos conservaron suderecho." ..." Hablen de Corona de Castilla pero no de Reino de Castilla y León que eso no existe. Existe desde 1978 Una comunidad autónoma con ese nombre, pero hasta entonces esa unión como tal no existió." 

lunes, 15 de julio de 2013

GASTRONOMÍA DE HERENCIA ANDALUSÍ

Es indudable la herencia que la gastronomía española posee de la influencia andalusí, que introdujeron un cambio revolucionario a las tradiciones de la época. Diferentes referencias literarias de escritores como Ibn Razin al-Tuyibi, médicos como al-Gafiqi, lingüistas como al-Zubaydi o botánicos como Abu-l-Hay, entre otros, recogen el testigo de las distintas formas de cocinar y las costumbres asociadas a su consumo.


Fruto de esa aportación, se presenta en la era contemporánea infinidad de recetas que tienen aromas y recuerdos de esa gastronomía que se introdujo en el territorio nacional hace 1.300 años, con la llegada del Islam. Por eso, diferentes estudiosos consideran que para poder explicar la evolución de la cocina en nuestro país, se necesita obligatoriamente un estudio de las aportaciones andalusíes a las artes culinarias.


La entrada del Islam en la Península Ibérica, supuso la ruptura de una trilogía básica propia de la manutención cristiana de la época, centrada en el trigo, la carne y el vino. Las influencias de Oriente posibilitaron el cambio hacia nuevos hábitos alimenticios ante la incorporación de las verduras como elemento imprescindible para su consumo en solitario o como acompañamiento a sopas, carnes o pescados. La instauración de sistemas de regadío por todo el territorio, permitió el consumo durante todo el año de verduras y hortalizas frescas. Se empieza a introducir de este modo el consumo de ensaladas, a base de lechuga, jaramagos, berros y otras plantas silvestres comestibles aderezadas con el aceite de oliva de cosecha propia.


Especial importancia adquirieron las legumbres como la soja, garbanzos, lentejas y las judías (cuyo nombre original es al-lubiya), considerados como alimentos altamente nutritivos. El consumo de tomillo, orégano o comino ayudaban a contrarrestar las incómodas flatulencias que producen. El flujo comercial con otras zonas del mediterráneo, permitían el consumo constante de frutas que posteriormente formaron parte de las cosechas andalusíes: sandía; melón; albaricoque; membrillo y granada, entre otras frutas, convertida esta última en el símbolo de referencia de Al-Andalus.


El uso y consumo de especias en la cocina andalusí permitió la introducción de la canela, procedente de China, así como el azafran, el comino, el jengibre, la nuez moscada, el anis, el sésamo, la alcaravea o el cilantro. Una vez sirvieron de recolecta propia, fueron exportados al resto de Europa y Norte de Africa, favoreciendo así el desarrollo económico. Otro de los reconocimientos a la aportación andalusí se debe a la introducción de la caña de azúcar en todo el territorio europeo, como excelente sustituto de la miel en algunos platos y usos cotidianos. Excelente conservador para frutas frescas, su combinación produjo todo tipo de jaleas, mermeladas o siropes.


El Sherbet, sorbete, es otra de las herencias andalusíes que siguen siendo utilizados hasta nuestros días para refrescar el calor propio del verano, a base de esencia de flores y frutos con agua fría o hielo. Sorprende encontrarse, especialmente en el reino de Granada la costumbre de excavar pozos de diez metros de profundidad en el que introducir la nieve de Sierra Nevada (Sulayr), para que les durase hasta mediados de año. A mayor profundidad del pozo, mayor posibilidad de conservación del hielo.


La realidad poco diversa de la alimentación preandalusí mostraba un reconstituyente simple acorde a una tierra escasa en recursos, un hecho que no solo se presentaba en territorio nacional, sino en el resto de Europa donde el cultivo de frutas y hortalizas era prácticamente inexistente. El impulso del desarrollo agrícola, promovieron una variación confortable en la alimentación. Es así, como los cereales adquieren una base fundamental en la alimentación andalusí, cocinados comopan, sémolas, sopas o gachas. A las ya existentes en la zona, se introdujo otras variantes como el trigo negro, trigo rojo y el tunecino. Una característica interesante de la época, y dado que las casas no poseían horno propio para la cocción de pan, consistía en que cada casa marcara un sello específico en cada hogaza, lo que servía de distintivo.


A pesar de las creencias populares, la cocina andalusí introdujo, gracias a la harina de trigo, pasta para elaborar platos tan actuales como los fideos, fidaws, que eran cocinados con carne de cordero o leche y miel para la sobremesa. También los macarrones, atriyya o aletria como se denomina en la actualidad en Murcia, también fueron producción de la época.


De la influencia de otras culturas, los platos eran preparados de forma diversa, tanto en asado, guiso o frito. Mientras que la tradición bereber guisaba la carne con hinojo, berenjena, acelgas o espinacas, la tradición oriental las aderezaba con almendras, ciruelas, pistachos o dátiles. La al-bunduqa, albóndigas, provenían de Bagdad conservándose hasta la actualidad como un plato típicamente español.


De igual forma, el pescado tenía una base crucial en la gastronomía andalusí preparándose frito en aceite de oliva, relleno con una masa elaborada con migas de pan especiadas, en escabeche, iskabay, o guisado. Los dietólogos andalusíes como Ibn Razi, Ibn al-Baytar, y al-Arbuli, dejaron constancia de la valoración dada a los frutos secos y a los productos lácteos. Prueba de ello son las recetas desarrolladas para la elaboración de mantequilla (aderezada con sal para su mejor conservación), queso, cuajada (agregando cuajo de cabra, como explicaba Ibn Razi)


La llegada del kurdo “Ziryab”, procedente de Bagdad, introdujo un nuevo cambio en el protocolo de la mesa andalusí. En el siglo IX, se estableció el orden de los platos tal y como los conocemos hoy en día: primero sopas y caldos; entremeses; pescados y carnes; y finalmente los postres. De igual forma, fue el responsable del uso de la cuchara y de las copas en la mesa.


Y como toda buena gastronomía, el fin de comida culmina con una repostería de la que sin duda alguna conservamos infinidad de platos, elaborados con almendras, pistachos, piñones, agua de azahar y de rosas, miel, hojaldres (de origen judío), sésamo o aceite de almendras dulces, presentados tanto en fritura como en horneado.

FUENTE:

domingo, 14 de julio de 2013

VIGENCIA DEL PENSAMIENTO DE BLAS INFANTE.....El padre de Andalucía


blas infante
Muchas veces escuchamos a ciertas personas decir que lo ocurrido en el pasado no hay que recordarlo, que hay que mirar hacia el futuro sin volver la vista atrás. Esa idea pienso que es como la del conductor que dice que para evitar accidentes solo hay que mirar hacia adelante, sin importarnos lo que viene por detrás.

 Ahora que se cumple los 75 años del asesinato de Blas Infante pensamos que es un buen motivo para mirar por el retrovisor de la historia, creemos que es necesario conocer  que ocurrió hace un siglo, máxime ahora que estamos volviendo a ideologías que parecía ya superadas, con sistemas económicos que hacen un siglo demostraron sus limitaciones, incapaces de atender las necesidades de la mayoría de la población, que  contribuyeron en la primera mitad del pasado siglo  a la extensión de graves conflictos, están volviendo a  reaparecer.
 La época en la que vivió Blas Infante y la nuestra parecen muy diferentes, los grandes cambios tecnológicos nos hacen parecer que hemos llegado a la cima de nuestro desarrollo, vivimos de forma muy distinta a las de nuestros abuelos, ¿Pero realmente los problemas a los que nos enfrentamos son tan distintos a los que se enfrentaron nuestros abuelos? Hace cien año existía paro, igual que hoy, hace cien año existían problemas ecológicos,  una gran separación entre la política y la sociedad, y  un profundo desinterés por la formación. Es cierto que el analfabetismo era inmenso, pero hoy este alfabetismo ha sido sustituido por el inmenso fracaso escolar. ¿Podemos decir entonces que hay grandes diferencia entre una época y otra? Quizás deberíamos analizar como intentaron resolver estos problemas en aquella época  y aprender de lo que se hizo bien y lo que se hizo mal.
 Es cierto que Andalucía y Algeciras eran muy distintos.  Su principal sector productivo era la agricultura, y no el sector servicio, o la construcción, pero la gestión de aquella era tan nefasta como la gestión que se ha realizado en los últimos años. Blas Infante clamaba contra la especulación de la tierra, y nos indicaba la necesidad de crear una potente clase media de campesinos, hoy estamos clamando contra la especulación, la urbanística que ha destruido nuestra costa,  ha dificultado el acceso a la vivienda, y  ahora está provocando que muchas personas pierdan sus casas. También la especulación financiera, que no es más que un trasvase de renta de las clases medias y bajas a las clases más altas.
Hace cien años muchos  jóvenes tenían que emigrar, salir de su tierra para poder trabajar, Argelia y América eran sus destinos, hoy es Europa. Antes como ahora eran una parte activa de la sociedad. A los jóvenes de su época Blas Infante le pedía que luchara, y hoy vemos como esos jóvenes luchan, salen a las calles a pedir un nuevo sistema económico.
Nuestro sistema se basa en las ganancias rápidas y especulativas, alejadas de la producción directa. Son los mercados los que indican el camino, y los políticos les siguen generalmente por sus propios intereses, como vemos por la correlación entre políticos y grandes empresas. Cuántos ex presidentes y altos cargos de distintos gobiernos  trabajan para grandes corporaciones a la que en su momento favorecieron, ¿No es lo mismo que hacia los diputados y senadores de la primera restauración?, contra ellos Blas Infante creía en la concurrencia de valores individuales, pues la riqueza de un pueblo no depende de la especulación ni de aquellos que desde los merados quieren estrangular a las sociedades sino del trabajo colectivo de sus ciudadanos, y es en estos en los que hay que pensar y no en aquello, Son a los ciudadanos  de una sociedad a los que hay que ganarse la confianza y no la de los especuladores que solo piensan en su rápida ganancia.
 Blas Infante por todo ello defendía la necesidad de una mayor redistribución de la riqueza, pues a la larga esta es la que genera confianza entre los ciudadanos y permite la mejora de la sociedad y el crecimiento económico.
 Blas Infante centraba el principal factor productivo no en  el capital, sino en el trabajo, en el esfuerzo de los ciudadanos para mejorar su situación personal y así mejorar la situación de la sociedad. Pero eso solo se podría lograr mediante la formación y la educación de los ciudadanos. En estos momentos en los que vemos como por mor de ganarse el respeto de los mercados, los dirigentes políticos. Se dedican a recortar gastos en educación,  despiden maestros,  utilizan la escuela como caja de resonancia ideológica. Blas Infante nos da también la repuesta, más educación, mejor formación y mejores maestros para tener una sociedad libre, critica y dirigida hacia el bien de la mayoría y no adoctrinada.
 Blas Infante fue un gran ecologista, hoy cuando vivimos en una bahía, en lo que hemos perdido nuestros mejores recursos naturales, nos tenemos que volver hacia su ideas, “su plegaria de los pájaros”, “sus mandamientos de Dios a favor de los animales” y sus fabulas son verdaderos cantos a la preservación del medio, al respeto a los animales y al medio ambiente.
 El pensamiento de Blas Infante, nos da propuestas distintas  a las que los actuales políticos nos quieren presentar como única, políticos faltos de imaginación, atados por podres económicos fuetes, mucha veces en cohabitación con los mismos, que son incapaces de mirar por el retrovisor y ver  pensadores que se enfrentaron a problemas semejantes a los actuales y dieron soluciones, que ellos por su tozudez y su falta de responsabilidad son incapaces de entender.
José luis Blanco Cuenca.
Fuente:
http://www.paralelo36andalucia.com

sábado, 13 de julio de 2013

ABDERRAMÁN I [ Abd al-Rahman I al-Dahil] - PRÍNCIPE OMEYA


Abderramán I "El Emigrado" (Abd al-Rahman I al-Dahil) nació en un lugar próximo a Damasco (Siria) en el año 731 y murió en Córdoba en el 788. Era nieto del califa Hisham.


Abderramán I


Fue el primer emir Omeya de Al-Andalus, iniciador de una dinastía y de un régimen político que se constituiría en la célebre Al-Andalus Omeya (primero Emirato y más tarde Califato), uno de los estados más importantes del Occidente altomedieval y que perviviría casi tres siglos, hasta la caída oficial del califato en el año 1031.
Abderramán era un príncipe de la dinastía de los califas Omeyas de Damasco. Como es bien sabido logró salvar su vida en la matanza de Abú Futrus sufrida por su familia en el año 750 a manos de la facción enemiga de los Abasidas. Este hecho supuso el cambio de dinastía en el Califato de Damasco.
Huyó con algunos seguidores hacia el sur y logro llegar a África hasta su extremo occidental, a Ceuta, donde fue acogido por la tribu de Nafta de la que era originaria su madre.
Abderramán comprendió que podía buscar apoyos en España en los sirios leales a su familia, descendientes de aquellos que habían intervenido en la conquista de la Península, cuatro décadas antes.


Mezquita de Córdoba. Sector del siglo VIII


De esta forma, Abderramán, embarcó para llegar a las costas de Granada (Almuñécar) en el año 755, con la intención de buscar nuevos seguidores que afianzaran sus posibilidades de alcanzar el poder que no había logrado en África. En aquellos años Al-Andalus era un territorio debilitado por continuos enfrentamientos étnicos tribales. Para comprender este hecho no hay más que percatarse en el conglomerado de razas y religiones que constituían este territorio.


Estatua de Abderramán I en Almuñécar, Granada


En el aspecto étnico, convivían hispanorromanos, visigodos, sirios, árabes y bereberes. En lo relativo a los credos religiosos, coexistían musulmanes "viejos" que no eran otros que los propios conquistadores y sus descendientes, antiguos cristianos convertidos recientemente al Islam para evitar impuestos (llamados muladíes), cristianos que deseaban mantener su religión (mozárabes) y un importante grupo de judíos.


Muralla de Córdoba


Por otro lado, el emir Yusuf al-Fihrí no era un gobernante con personalidad suficiente para asumir un poder centralizado capaz de contener las innatas tendencias de disidencia en Al-Andalus.
Abderramán reunió un ejército de leales formado por sirios, yemeníes y beréberes, y derrotó, tras una breve guerra, al emir Yusuf. Es así como Abderramán entra en Córdoba en el año 756 y se convierte en el primer emir independiente de Al-Andalus.
Abderramán I fue el primer emir de Al-Andalus, independiente de Damasco. En la imagen, estatua de un soldado musulmán en Caravaca de la CruzAbderramán I se mantendría en el trono hasta su muerte y en los más de treinta años de gobierno sus esfuerzos fueron dirigidos a crear un estado organizado y fuerte, siguiendo el modelo de gestión de los omeyas de Damasco.
No fue tarea fácil porque tuvo que dedicar sus mayores esfuerzos a sofocar rebeliones de numerosas facciones, entre las que se cuentan las del emir derrocado, Yusuf al-Fihrí, y de sus hijos, de los sirios partidarios de los abbasíes y de los bereberes.
Tampoco faltaron las intrigas de palacio que Abderramán tuvo que sofocar con sangre.


Repercusión del gobierno de Abderramán I en la historia medieval de España.


La importancia de la llegada de Abderramán a Al-Andalus y la instauración de emirato omeya tuvo una relevancia que pocas veces es suficientemente destacada.
Podríamos decir, sin pecar de exageración, que la llegada de este hombre y su instalación en el trono de Córdoba tuvo casi la miasma relevancia que la ocupación musulmana peninsular acaecida 40 años antes.


Abderramán I logró un estado musulmán fuerte en la Península

Y es que Abderramán I creó un fuerte estado (emirato-califato de Córdoba) que a pesar de sus constantes tendencias disgregadoras e independentistas, fue capaz consolidar un estado musulmán en la Europa occidental y arremeter contra la nueva organización de resistencia cristiana del norte. 
Aunque sea historia-ficción no es difícil imaginar que los nuevos reinos cristianos hubieran evolucionado mucho más rápidamente en sus reconquistas si el enemigo musulmán hubiera sido débil y fraccionado. Algo que es lógico suponer a la vista del rápido avance que los reinos cristianos, especialmente Castilla y León, conseguirían en los cincuenta años de vida de los primeros Reinos de Taifas, tras la supresión del Califato.
Sin embargo una Al-Andalus unida (aunque con fuertes fuerza centrífugas) logró atajar o, al menos, ralentizar durante casi tres siglos los esfuerzos de reconquista y repoblación cristiana.


Abderramán I y el arte


Abderramán I ha pasado a la historia también por ser el iniciador de la Mezquita de Córdoba en el solar que ocupaba la basílica visigoda de San Vicente, en el año 785.

Capiteles romano y visigodo reaprovechados en el tramo de la Mezquita de Córdoba que impulsó Abderramán I

En ella se reutilizaron numerosos elementos de acarreo romanos y visigodos y se mixtificaron elementos estéticos sirios con hispanorromanos y visigodos que fue el germen del arte andalusí.


http://www.arteguias.com/biografia/abderramani.htm



jueves, 4 de julio de 2013

LA MÚSICA EN TIEMPOS DE LOS MORISCOS - LA EXPULSIÓN DE UNA MINORÍA




“La expulsión de los moriscos fue una limpieza étnica”.
Asegura el catedrático de Estudios Hispánicos de Londres, Trevor J. Dadson

La cuarta jornada del curso de verano de la Universidad de Almería “La música en tiempos de los moriscos. Las expulsiones de una minoría” y el VIII Festival de música renacentista y barroca que se desarrolla en Vélez Blanco ha comenzado esta mañana con el catedrático de Estudios Hispánicos, Queen Mary, Universidad de Londres. Trevor J. Dadson, que ha participado esta mañana en el taller de historia, donde ha impartido la conferencia “Los moriscos que no salieron y los que volvieron”. Sus estudios y aportaciones son reconocidos internacionalmente. El es uno de los expertos que mantiene que “querían arrasar totalmente un pueblo y su cultura, no queda duda de que fue una decisión de limpieza étnica”.

Conocedor de multitud de fondos históricos, en sus investigaciones ha averiguado que los edictos de expulsión “contemplaban desde el principio que unos cuantos se pudiesen quedar. Los niños hasta cierta edad podían quedarse, las moriscas casadas y sus hijos con cristianos viejos podían quedarse, los moriscos que eran curas o monjas, no tenían que probar que eran moriscos de verdad. Con el paso de tiempo se fue ampliando por presiones de los grupos de poder los grupos que podían permanecer”.

En algunas zonas “el 40% de los moriscos del lugar quedan excluídos de la expulsión, como el valle de Ricote en Murcia, entre enfermos, impedidos, curas y monjes, mujeres y niños”.
Como algunos logran permanecer en sus pueblos sin ser expulsados, entonces es “más fácil para ellos volver porque en el pueblo casi cualquier morisco tiene un familiar, así saben que pueden volver a pueblos que ya tienen contingentes de moriscos, como ocurrió en el Campo de Calatrava donde volvieron tres veces”.

En su intervención ha subrayado que los moriscos de las zonas de Castilla la nueva, Extremadura y parte norte de Andalucía, cuando salen los bandos de expulsión “pensaron que nos le iba a afectar, porque se veían como españoles, llevaban siglos viviendo allí. Cayó como una bomba cuando tuvieron que salir. Empezaron a hacer solicitudes para quedarse”.

Trevor J. Dadson ha tenido acceso a solicitudes que aún se conservan, y en las que aparecen datos curiosos con narraciones muy personales, como por ejemplo, el de una morisca que dice “no tengo hijos ni estoy en edad de tener. Dejaba claro que no iba a tener descendencia. Los moriscos eran conscientes de los móviles de la expulsión”.

Al leer estas historias, “sentí una enorme tristeza, porque saben que se trata de una limpieza étnica”. Es más, este catedrático ha estudiado bandos de expulsión del Duque de Lerma en los que llega a decir que “las tierras de España tienen que quedar completamente limpias para que no quede memoria de ellos”.
Una de las estrategias que buscaron para no tener que salir fue casarse con cristianos viejos. “Iban de pueblo en pueblo. En Villarubia se constata como subió el número de matrimonios en la época de la expulsión. Reunían a todas las moriscas para casarlas con cristianos viejos. El cura está casando continuamente, vienen en grupos familiares, y el número de matrimonios sube, pero no sube el número de bautismos, tarda bastante en recuperarse, con lo cual se desconoce si se casaron de verdad o no”, es decir, si se quedaron en uniones matrimoniales de conveniencia.

En Vélez Rubio “los moriscos eran el 40% del pueblo, si son expulsados ese pueblo muere, se extingue porque era casi la mitad del pueblo”. Los artífices de la primera expulsión “reconocieron después que habían vuelto todos. Los primeros volvieron andando de Francia, durante la noche, por caminos secundarios, y para finales de año, ya habían vuelto la mayor parte, en algunos municipios como Villa Rubia”.

Entre ellos se ayudaban. “Los escondían en las sierras y les llevaban comida. Los metían en sus casas. Cuando compraban los bienes que les obligaban a vender se los devolvían después”.
Sobre las razones de la expulsión, coincide con otros expertos en que no hay “nada exacto de cúando, dónde, cómo y por qué. En los papeles hasta ahora no ha salido. Es algo inexplicable muy difícil de entender. La secuencia de expulsión duró entre cinco o seis años. Los que vuelven se mezclan con los que salen, se hizo un lío tremendo”.

Por último, recordó el caso de un soldado de origen morisco que ayudaba a sus compatriotas a retornar. Uno de los moriscos que había sido expulsado afirmaba “nuestra querida patria”.




“La expulsión de los moriscos trajo consecuencias negativas económicas y demográficas”.

Ha señalado la catedrática en Historia Moderna, María Victoria López-Cordón
La monarquía hispánica en tiempos de Felipe III: el problema morisco
La expulsión afectó económicamente “porque era una mano de obra importante, en Valencia era el 25% de la población. Demográficamente, años más tarde se reflexiona sobre los resultados negativos que había conllevado esta acción. Eran un país con problemas demográficos y se expulsó a un núcleo importante. Además desde el punto de vista económico tuvo resultados muy negativos, sobre todo porque algunos moriscos eran prestamistas que habían establecido acuerdos con la nobleza”.
Algunas zonas incluso “tuvieron que ser repobladas, como pasó en Valencia donde se tuvo que bajar a gente del norte sobre todo para que fuese repoblada”.

Experta en la monarquía de Felipe III, este monarca fue el autor de la última expulsión de los moriscos, en el año 1609. “Puso en marcha el aparato político de la expulsión. Era un debate que llevaba gestándose muchos años. Sólo se conocen un conjunto de motivos de por qué se toma esa decisión en ese momento”.
Por un lado, por razones de política exterior, “por los países con los que estaban en guerra, y por otro, por motivos internos, de carácter procesional o de propaganda. Ninguno por si mismo es una explicación, pero el conjunto puede dar una idea de por qué ocurrió eso en ese momento”.

Otro factor decisivo fueron los problemas de convivencia. Había problemas sobre todo en las comunidades de los pueblos. En la corte no había problemas porque no había moriscos. También había moriscos que se llevaban perfectamente con sus vecinos. Se había intentado de alguna manera convertir a los moriscos y ese proceso había fracasado. Era una minoría no asimilada por la población de aquel momento. Un disidente religioso era un peligro en cualquier sitio en aquella época”.La justificación fue que “era una minoría no asimilada que se mantenía en el Islam, además de constituir un peligro exterior porque al no ser una minoría fiable políticamente, estaban en relación con el Imperio Turco, con la regencia del norte de África, entre otras zonas, por lo que se alegan problemas de seguridad. No sólo que no son cristianos, sino porque pueden estar en tratos con el enemigo”.
En España se barajan cifras de que en aquella época había alrededor de 350.000 moriscos, sobre una población que rondaba los siete millones de habitantes.
“Salen entorno a 300.000, y una parte se queda como protegidos, asimilados, protegidos, también por situaciones dispares como por estar casados y tener hijos con cristianas”.
Esta historiadora ha subrayado que la expulsión “fue organizada”. A pesar de “ser una medida atroz, y de los escasos recursos de la época. Las comunidades establecían como debían salir, se les transportaba a unos lugares de embarque, y se hizo rápido para un estado del momento que contaba con unos medios muy limitados. Se les obligó a que vendieran sus bienes”.

Los expulsados se dirigieron sobre todo al norte de África, al sur de Italia, y también a Francia.


FUENTE:


lunes, 1 de julio de 2013

BRISA AFRICANA - JOSÉ URBANO PRIEGO

Y vuelvo a traer a mi querido amigo José, un alma sensible, un andaluz comprometido y tierno, esta vez ha escrito un poema que pone los pelos de punta Brisa Africana. (La pintura la pongo yo, él me deja y espero que le guste)

Brisa africana, de Ana Carmona (Pintora zaragozana)


Hela ahí,
de nuevo,
vaporosa, envolvente,
tibia, pertinaz.
¿A qué vienes,
oh, ninfa candorosa?
Aire ardiente,
hiriente,
que viene y va:
brisa africana te dicen
y por algo será.

Si del África vienes
con olor a mujer,
háblame de mi amada,
hija de Marrakesh.

Si mensajera fueres
de mundos sutiles,
oh, brisa efímera,
oh, gaviota emigrada,
ve, ven, lleva y trae;
¡vuela!,
pues pasajera eres
y partirás,
inexorable,
al atardecer.
Y dejarás,
de nuevo,
mi huerto sediento
y mis huesos exhaustos.
Y el alma helada,
al amanecer.

Reanudo, paciente,
la dulce espera;
absorto, recompongo
los viejos versos
de mi camino;
invoco, postrado,
todas las plegarias,
y me derroto, azaroso,
agradecido,
ante mi sino.

Si del África vienes
con olor a mujer,
háblame de mi amada,
hija de Marrakesh.


José Urbano Priego © 2012










Entrad en su blog, os invito, es un lugar mágico, melodías del alma, un rincón para perderse.


HAFSA BINT AL-HAYY AL-RAKUNIYYA [1135-1191]

HAFSA, pintura de J.L. Muñoz


Respóndeme enseguida
¿Voy yo a ti o tú vienes a mí?
Mi corazón acepta lo que digas.
A salvo te hallarás de la sed y del sol
cuando ocurra tu encuentro conmigo,
pues mi boca es dulce fuente cristalina,
las ramas de mi pelo, sombra umbrosa,
Respóndeme enseguida…

Hafsa Bint Al-Hayy Al-Rakuniyya [1135-1191]

Hafsa es una de las poetisas arábigo-andaluzas más famosas de al-Andalus, y la más celebre de Granada. Hija de un noble de origen beréber, rico e influyente personaje de esta ciudad, nació hacia el año 1135 (año 530 de la Hégira), según la mayoría de sus biógrafos, en la ciudad de Granada. Allí pasó su infancia y juventud en un contexto de intensa agitación política, que asistió a la caída del Imperio Almorávide y la instauración del Califato Almohade.

En al-Ándalus existió una gran sensibilidad hacia la poesía pues el musulmán veía en ella una manera común de expresar sus sentimientos, su adulación, su obediencia o su fe, y se deleitaba escribiendo y oyendo poemas.



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